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Tenacidad en los negocios: virtud clave para resistir y avanzar
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Tenacidad en los negocios: virtud clave para resistir y avanzar

Cómo enfrentar los desafíos empresariales con tenacidad

5 formas de aplicar la tenacidad

30/Junio/2025
TN Editorial

J. Barrera

 

En el ámbito empresarial actual, donde la velocidad, la innovación y la competencia dominan las narrativas del éxito, hablar de virtudes puede parecer anacrónico. Sin embargo, pocas cualidades son tan necesarias como la tenacidad: una fuerza interna que sostiene a las personas y a las organizaciones frente a las dificultades reales del entorno.

Más allá de ser solo un rasgo de carácter, la tenacidad es una virtud moral con raíces profundas en la tradición filosófica, y hoy se revela como una herramienta ética y estratégica para afrontar los desafíos más complejos del mundo contemporáneo. 

Origen de la palabra tenacidad

La palabra tenacidad proviene del latín tenacitas, derivado de tenax, que significa “el que se mantiene firme, el que se agarra con fuerza”. En su raíz etimológica, está ligada al verbo tenere (sostener o mantener), y alude a la capacidad de sostener un propósito, resistir el desgaste y permanecer constante frente a las adversidades.

En la tradición clásica, este concepto se asocia con la virtud de la fortaleza, tal como la desarrollaron pensadores como Aristóteles, Cicerón o Santo Tomás de Aquino, quienes consideraban que actuar bien en medio del dolor, la frustración o el fracaso exige una disposición interior sostenida, no impulsiva ni emotiva, sino racional y orientada al bien. 

¿Por qué la tenacidad es una virtud importante en la actualidad?

La tenacidad es la combinación entre perseverancia, juicio y dirección ética. En contextos empresariales, donde los desafíos incluyen crisis económicas, transformaciones tecnológicas, incertidumbre regulatoria o tensiones internas, la tenacidad permite no solo resistir, sino aprender, adaptarse y volver a avanzar.

En un contexto empresarial donde lo inmediato parece premiado y la volatilidad es lo normal, la tenacidad es una virtud que se ve como rebeldía, porque la persona no se rinde, no se apresura, sino que permanece firme en sus convicciones. La tenacidad es una actitud de fondo que mantiene la integridad del propósito incluso cuando los resultados tardan en llegar. 

¿Cómo aplicar la tenacidad en los desafíos actuales?

1.- Claridad en el propósito

Un objetivo fuerte y claro es el punto de partida de la tenacidad. Las empresas y líderes que saben por qué hacen lo que hacen, resisten mejor los embates del entorno. Esa claridad actúa como brújula sobre todo en tiempos de tormenta. 

2. Aceptar el error como parte del camino

La tenacidad implica asumir que los errores y fracasos son inevitables. En lugar de negarlos o disimularlos, los líderes tenaces aprenden, corrigen y evolucionan. No se paralizan, pero tampoco improvisan. 

3.- Disciplina en la ejecución

La constancia cotidiana, la revisión de objetivos, el cumplimiento de procesos: todos estos actos pequeños consolidan la tenacidad organizacional. Ser firme no es resistir un día, sino actuar con disciplina cada día. 

4. Capacidad de comenzar de nuevo

Más allá de la resistencia, la tenacidad es también una capacidad de comenzar de nuevo. Es saber empezar otra vez cuando todo parece perdido, pero con la madurez que otorga la experiencia. 

5.- Inspirar desde el ejemplo

Los equipos observan con atención el temple de sus líderes. Un liderazgo tenaz, que enfrenta las crisis con serenidad y compromiso, inspira más que cualquier discurso motivacional.

La tenacidad como forma de liderazgo

Es común que las organizaciones enfrenten presiones externos e internos, sobre todo por los cambios políticos y económicos del día a día, la tenacidad se vuelve una virtud estratégica y ética. No se trata solo de aguantar: se trata de sostener el rumbo con sentido, sin sacrificar los principios ni la dignidad en nombre del pragmatismo.

Las empresas tenaces no abandonan sus valores cuando el mercado se complica, no renuncian al largo plazo por resultados inmediatos y no pierden de vista a las personas por priorizar las cifras.

La tenacidad es una virtud que combina fuerza interior, claridad moral y capacidad de acción sostenida. En el contexto empresarial, es mucho más que una actitud: es una forma de liderazgo, una cultura organizacional y una filosofía de resiliencia.

Enfrentar los desafíos del mundo empresarial con tenacidad no garantiza que todo será fácil. Pero sí asegura que valdrá la pena, porque cada obstáculo superado desde esta virtud fortalece no solo el negocio, sino a las personas que lo sostienen.

Y tu, ¿te consideras alguien tenaz?


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